domingo, 24 de mayo de 2009

SETIMA ENTREVISTA

EL ESPEJO

Por Léster Pastor Yatto
I Ciclo Escuela Profesional Comunicación
de la Universida Privada de Tacna


Entrevistar a mis padres –o a alguno de ellos- es algo que, sinceramente, me parecía lo más común del mundo; para nada trascendental. Me sentía ducho en el tema. Mi búsqueda iba, más bien, por algo que sea excitante. Mis planes eran otros.

Escuchar a la banda inglesa Queen en el reproductor de música, hizo que evocara a mi padre, al Viejo. Los domingos de parrilla eran siempre su auditorio preferido para contar, una y otra vez, hasta el cansancio, su conocidísima historia de su paso por Brasil. Casi tres años por el país de la zamba, eran su máximo galardón criollo. “La china” (mi hermana) y yo, nos sabíamos la historia de principio a fin, nos llevaba al hastió.

Pero no fue lo único que recordé; también llego a mi cabeza la repetitiva frase “eres el reflejo de tu padre”. “Imposible, el reflejo de algo no es solo la parte física, va mucho mas allá”, pensé. El es de las personas que te caen bien al instante, con apertura hacia los demás. Eso es algo que yo ya quisiera poseer. Era hora de recurrir a quien todo lo soluciona, mi madre; sabía que tendríamos más en común, faltando solo comprobarlo.

Algo no andaba bien. Me sentía perturbado de imaginar que mi madre, la abnegada, amorosa, excelente, perfecta –como todas-, se pueda parecer a mí. No debía perder más tiempo, era el momento indicado para acudir hasta ella. Tarea fácil, pues, es de aquellas personas siempre predispuestas a la conversación.

Miraba la televisión, estaban dando un documental de la gastronomía china en el Perú. La comida es su pasión. No quise decirle que seria una entrevista, no hacia falta… fingí hacerle compañía; estaba listo para iniciar la ronda de preguntas.

Al pronunciar la palabra Madre de Dios la respuesta automáticamente será María. Pero este no es el caso. En aquel lugar nació mi madre; así como El Viejo, La China y yo.

“Está al sur oriente peruano, es hermosísimo. ¿Acaso no viste Candamo?”, repone, aludiendo al documental. Cómo no iba a verlo, logró 50 puntos de sintonía, el más alto para uno de su género en el Perú. Deseaba reprochar su respuesta. No fue mi culpa, llegar a los tres años de edad a esta ciudad; ajena entonces.

Que El Viejo fue su único enamorado, y que sigue al lado del mismo hombre, ya más de 15 años. Que éste es once años mayor. Que después de saber que estaba embarazada dejo de trabajar porque quiso dedicar su vida a nosotros. Ay madre, si hubieras nacido por esta época, difícilmente pensarías igual.

Cuando niño me gustaba bromear y decir que, seguramente, al momento de elegir mi nombre, tú y papa, eufóricos, por el suceso de la llegada del hijo varón, estaban algo bebidos y, por eso el nombre que llevo ahora. A ti nunca te gustaba que diga eso. Se puso seria. No vacilo y dijo: “Pedro o Juan; hasta las piedras se llaman así. Tú tenias que diferenciarte, y lo haces hasta ahora”. Fue bello escucharla. Pero ahora estaba mas confundido; cómo me podía yo parecer a esa persona tan perfecta que es una madre; mi madre.

Ella sólo quería hablar y, a la vez, ver lo que pasaba en ese momento por la televisión; era rara. Imágenes de chifas poblaban la pantalla y, con mucho ánimo, se reincorpora para empezar con su relato. Su abuelo fue un nisei que, extrañamente, se establece en la zona, escapando de la guerra; dijo, puntual.

“Ahora sé porqué mi hermana salió china”, alerté. Ella asiente; con esa sonrisita ladeada, casi burlona, que me lleva por un instante a la reflexión, sin saber el porqué.

Mi faceta de preguntón había tomado, sin darme cuenta, otro rumbo. Esa respuesta sin palabras, con el gesto mas sincero del mundo, que me hizo sentir burlado por mi propia madre; me encanta, me fascina. Las preguntas de rutina, simplemente, sobraban. Por fin pude darme cuenta de lo que, realmente, sucedía.

“No me burlo; jamás lo haría”, responde; calmada, sincera. Lo hace porque le encanta, como yo. “Las personas mal interpretan muchas veces las cosas, simplemente por miedo a preguntar al otro el porqué de sus reacciones”, termina diciendo. Y coincido totalmente.

Debo dejarla. No fue la experiencia más novedosa, lo confieso, pues, es mi madre y la conozco; ahora mucho más.

Serán las nueve de la noche y veré llegar a mi padre, cansado, de tanto trabajar; pero feliz. Veré a mi madre, y sentiré estar parado frente al espejo, observando mi pequeño reflejo con más yerros que aciertos, y agradeceré por compartir algunas de sus virtudes; la mirare antes de dejar el salón adornado con tamaña presencia.

2 comentarios:

  1. geovanna merino.29 de mayo de 2009, 9:03

    heY! fue una muy bonita entrevista!
    me gusto mucho la manera como llevas a cabo las preguntas y la libre expresion de vocabulario que existe entre el rmisor y el receptor ..
    realmente muy interesante !!
    felicitaciones! =)

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  2. christian torres salgado29 de mayo de 2009, 9:07

    bueno me parecio una entrevista comun pero interesante a la vez, comun por que creo que se puede entrevistar a una mama las veces que uno quiere, pero hay que hacerla interesante para que no aburra y eso fue lo que hizo mi compañero lester, fue una entrevista corta pero que supo narrar su entrevista bastante bien, y nos conto cosas personales.

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